Por: Francisco Alfaro Pareja*
La reunión del pasado miércoles 18 de diciembre de 2013 entre el gobierno nacional y los alcaldes y gobernadores de la oposición, realizada en el Palacio de Miraflores de Caracas, dinamizó el conflicto político que viene desarrollándose en Venezuela en los últimos años. Acostumbrados a regular los conflictos únicamente por vía netamente electoral, el encuentro público para la apertura del diálogo ha sido una sorpresa para muchos. Un fenómeno que es rutina en muchos países democráticos, como lo es la concertación pública y el desarrollo de proyectos mínimos mancomunados, se ha convertido en un evento excepcional en Venezuela. Por ello esta aparición pública de dirigentes políticos de alto nivel dialogando en una misma instancia y con una importante cobertura mediática envía un mensaje esperanzador al país para la reducción de la violencia.
1. Mediación para la dinamización del conflicto
Desde el punto de vista de la paz imperfecta como enfoque filosófico que permite redefinir el conflicto, la paz y la violencia a partir de un giro epistemológico a la hora de acercarnos a estos fenómenos, podría calificarse la reunión del pasado miércoles 18 de diciembre como una mediación dinamizadora del conflicto. No “mediación” en el sentido tradicional en que suele entenderse (como negociación asistida por un tercero) sino como un evento que genera una dinamización positiva de las interacciones pacíficas entre los actores del conflicto. En ese sentido, media entre las partes para dinamizar el conflicto. Así la paz es asumida, no como un estado al cual aspiramos acceder sino, como un proceso imperfecto que se desarrolla en la medida en que se potencian capacidades para la regulación pacífica de los conflictos.
2. Bases para el encuentro
Si bien en la reunión se planteó el diálogo y la acción mancomunada para el abordaje de los diversos problemas del país, todos fuimos testigos de que hubo diferencias en los argumentos y en las preocupaciones de cada sector. No obstante, y de manera sensata, los dirigentes que tomaron la palabra luego de presentar sus puntos de vista (muchos de ellos polémicos), decidieron centrarse fundamentalmente en aquellos espacios donde hay consenso: la necesidad de diálogo, la legitimidad de los voceros, el reconocimiento mutuo como un adversario válido (con derechos y deberes) a pesar de las diferencias, la Constitución Nacional. Veamos brevemente cada una de estas bases.
2.1.Necesidad de diálogo: Quizá el elemento más importante para que una negociación sea exitosa, es que los actores en conflicto “sientan la necesidad” de hacerlo. Esta sensación de necesidad puede generarse por desgaste de uno de los actores, por desgaste de ambos, por presión interna, por influencia de un elemento externo o por un cambio de percepción en los liderazgos de las partes. El consenso sobre la necesidad de buscar una salida dialogada y no violenta a un conflicto, es la condición más importante para que se inicie o re - potencie una regulación pacífica y llegue a buen término. Este convencimiento declarado al menos en la reunión el pasado 18 de diciembre, es un elemento fundamental que no estaba presente en escenarios similares como el del 2002-2003 en donde, más que el convencimiento de diálogo, hubo una necesidad de sentarse en una mesa para darle curso a una salida pacífica y electoral ante el nivel de violencia al que llegó el conflicto en dicho período y en donde actores internacionales tuvieron un papel estelar en fomentar el espacio negociador.
2.2.Legitimidad de los voceros: Otro obstáculo frecuente es que los negociadores de un conflicto político - por involucrar a actores colectivos, con características heterogéneas – estén plenamente legitimados por sus representados. Sólo la legitimidad que le brinden los representantes de cada parte y al menos la mayoría de sus grupos interiores, garantizará que los esfuerzos llevados adelante por estos sean suficientemente respaldados. La legitimidad de dichos voceros viene del hecho de que, quienes protagonizaron el diálogo fueron electos en procesos electorales recientes (16 de diciembre de 2012, 14 de abril y 8 de diciembre de 2013) y que, a su vez, todos relegitimaron ese día.
Antonio Ledezma, alcalde Metropolitano de Caracas (Izquierda) saluda a Nicolás Maduro, presidente de la República Bolivariana de Venezuela (Derecha) durante la reunión. |
2.3.El reconocimiento del otro: Usualmente, en conflictos que involucran regulaciones violentas, cada actor ve a su contraparte como un enemigo a destruir y no como un adversario a vencer. Dicha visión se acrecienta a medida que asciende la intensidad de la violencia del conflicto, donde la otredad es un elemento nulo o casi nulo. En Venezuela la descalificación, el insulto y el desconocimiento entre distintos representantes del gobierno y la oposición ha sido muy marcada en los últimos años. El 18 de diciembre el reconocimiento tuvo un importante empuje, ya que las partes tuvieron el espacio para exponer sus puntos de vista y sus sentimientos, en el sentido de abrirse sinceramente a expresar cómo se sentían y de qué forma son afectados. A veces de manera torpe (utilizando frases como la utilizada por la alcaldesa de Maracaibo, Eveling Trejo, de que si era necesario “se reuniría con el diablo” para canalizar sus demandas, con lo cual el presidente Maduro se sintió aludido. Otro ejemplo es el del presidente Maduro cuando señaló que era oportuno que la oposición no tomara más atajos y viniera a dialogar, acusación que fue rechazada de manera respetuosa pero contundente por el alcalde Metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma), a veces de manera confrontacional (como sucedió en la interacción de los Alcaldes de El Hatillo y de San Cristóbal con el presidente de la República) pero, en la mayoría de los casos siendo empáticos y solicitando empatía hacia sus puntos de vista y posiciones sin abandonar sus convicciones. Incluso, el nuevo alcalde de Onoto en el estado Anzoátegui, en ese proceso de reconocimiento mutuo se acercó hasta el Presidente le regaló una cadena con un signo de la paz y le ofreció un abrazo que fue correspondido. La generación del cambio en la percepción del “otro” es un aspecto fundamental para que una negociación sea exitosa.
2.4.El reconocimiento de la Constitución Nacional: La carta magna es el pacto social que une a todos los venezolanos. Su legitimidad viene dada por haber sido aprobada por referéndum consultivo el 16 de diciembre de 1999. Y muy acertadamente, el alcalde del Municipio Baruta del estado Miranda señaló - en su intervención del pasado miércoles en la reunión - que dicho pacto “cuajó” en el año 2007 cuando fue rechazada su reforma, también por referéndum. Más allá de lo que ha pasado desde entonces hasta la fecha y de mecanismos muy cuestionables desde el punto de vista legal para la introducción de elementos que fueron rechazados en dicha reforma, el rescate y reconocimiento público de la Constitución de 1999 como el espacio común de encuentro de los venezolanos tiene una significación fundamental. Si bien al Plan de la Patria (plan de gobierno del ejecutivo nacional) se le ha dado un carácter legal, el hecho de que el propio presidente Maduro haya sugerido que dicha legalidad sea llevada a consideración ante el Tribunal Supremo de Justicia para ser legitimada, fortalece el papel de consenso de la Constitución Nacional ante la opinión pública.
3. Intereses en común
Una de las bases para el avance en el proceso de diálogo ante un panorama en donde el encuentro público de la dirigencia política ha sido prácticamente inexistente, es centrar la negociación en intereses comunes y no en objetivos excluyentes. Fue un acierto proponer identificar áreas en común muy genéricas como la economía, la seguridad, la salud, el agua, las comunas, la vivienda para el desarrollo de proyectos mancomunados. Los alcaldes, por su parte, hicieron un esfuerzo por centrarse en intereses como el tema de la gestión de los desechos sólidos y la identificación de problemáticas comunes en varias ciudades y pueblos del país.
Tomando en cuenta que el Consejo Federal de Gobierno no ha resultado muy efectivo a la hora de incorporar los proyectos de los gobiernos regionales y locales de una forma plural, se propuso adicionalmente la creación de un Mecanismo de Enlace. Por parte del gobierno los representantes serán el vicepresidente Jorge Arreaza, el ministro de Interior, Justicia y Paz, Gral. Rodríguez Torres y el general Barrientos. Por parte de la Mesa de la Unidad Democrática el alcalde Metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma, encabezará la delegación junto a un grupo de alcaldes de diversas regiones del país.
Eveling Trejo, alcaldesa de Maracaibo (Izquierda), Gerardo Blyde, alcalde de Baruta (Centro) y el presidente Nicolás Maduro (derecha) |
4. Aplazamiento de temas excluyentes
Necesariamente, la discusión de principios, objetivos, visiones de país y temas estructurales tendrán que ser debatidos en algún momento, ya que muchos de los dirigentes políticos en cuestión tienen liderazgo nacional y representan la pluralidad del país. Algunos de esos son: a) el respeto a las competencias y presupuestos de alcaldes y gobernadores; b) la conciliación de la Constitución Nacional con el plan de gobierno del ejecutivo nacional y los ejecutivos regionales y locales, c) el estatus de los presos, sus condiciones ante los DDHH y su clasificación; d) el reconocimiento de la pluralidad política; e) la conciliación de los tres niveles de gobierno con otras instancias (como las Comunas) que no están en la Constitución; f) el aumento del precio de la gasolina y la revisión de las condiciones de los acuerdos energéticos regionales; g) el ventajismo electoral; h) la política económica, cambiaria y financiera del país. De hecho, el presidente Maduro asomó incluso la posibilidad de crear un Mecanismo de Enlace de carácter más político, compuesto por los partidos, para la discusión de temas de esta índole. Sin embargo, iniciar por conciliar los intereses que pueden ser comunes a las partes y los problemas más importantes de la sociedad (sin distingo de color político) es una decisión acertada para dinamizar las relaciones.
5. Perspectivas a corto plazo
La reunión del pasado 18 de diciembre fue, sin lugar a dudas, un espacio de paz que se abre justo al finalizar un año difícil, de mucha polarización y cuando inicia otro que luce bastante complicado desde el punto de vista económico para todos los venezolanos y sin el mecanismo electoral como instrumento regulador del conflicto. Este encuentro demuestra que la paz es un asunto de potenciación de capacidades que se activan cuando los actores de un conflicto deciden hacerlo. Es lo que se conoce también como voluntad política para llevar adelante una iniciativa mancomunada.
Debo confesar que este encuentro público y cubierto en vivo por los medios de comunicación sienta un precedente muy positivo porque, según la teoría de las negociaciones, suele recomendarse que al menos los primeros encuentros entre las partes se hagan en privado para asegurar consensos mínimos que permitan, posteriormente, enviar al país un mensaje sólido de diálogo. Creo que en este caso, un poco de manera improvisada, se logró un efecto positivo que se siente en las primeras de cambio en la opinión pública. No obstante, esto debe ser acompañado de avances en base al primer acuerdo verbal que fue la creación del Mecanismo de Enlace.
El Mecanismo de Enlace debe convertirse en un espacio efectivo para que las demandas, proyectos y vindicaciones de los gobiernos regionales y locales opositores puedan ser canalizados. Sin embargo, en la medida en que los mecanismos existentes para canalizar dichas iniciativas (en este caso el Consejo Federal de Gobierno) abran canales efectivos, el mecanismo de enlace deberá ir desapareciendo.
Por otra parte, la neutralización de posturas radicales en cada sector facilitó los resultados de la reunión para la comunicación y el reconocimiento mutuo. La mayoría de los presentes hicieron énfasis en que a pesar de dialogar, dicho acto no significaba claudicar a sus posiciones, con lo que buscaban permanentemente justificar el encuentro ante sus seguidores más radicales. A pesar de que través de las redes sociales, algunos seguidores de ambos grupos se sintieron traicionados o defraudados con la reunión, las reacciones generales han sido positivas y responden a una aspiración del país. Mención aparte merece el hecho de que el principal líder de la oposición, el gobernador del estado Miranda no asistiera a la reunión. Más allá de si las razones para su inasistencia fueron oportunas o no, creo que un encuentro Capriles – Maduro dependerá de los avances reales que se den en lo sucesivo y de la verdadera voluntad de diálogo, negociación y reconocimiento. Por lo demás, es deseable este encuentro, ya que ambos representan a importantes grupos de la población.
Asimismo, es natural que haya desconfianza y duda acerca de las motivaciones que han impulsado a convocar al diálogo y al trabajo mancomunado después de tan encarnizadas y continuadas descalificaciones públicas cuyas consecuencias más violentas se produjeron en la Asamblea Nacional en abril de 2013, cuando varios diputados fueron agredidos físicamente dentro del Hemiciclo del parlamento. La confianza se construye con hechos que van alimentando la posibilidad de seguir cediendo, avanzando, negociando y encontrar nuevos puntos de coincidencia. Aunque no se firmó ningún acuerdo, los compromisos verbales que fueron asumidos en vivo y directo ante toda la población obliga a las partes, al menos moralmente, a cumplir. No hacerlo, debilitaría este importante pero incipiente avance para la reconciliación nacional. Si bien alcaldes y gobernadores opositores deben tener el mismo compromiso que el gobierno nacional, este último es el llamado a dar señales claras de voluntad de diálogo y negociación, ya que está en una posición de fuerza por administrar los recursos económicos más importantes del país y disponer actualmente de una ley habilitante.
El cierre de la reunión de casi 5 horas de duración, con un apretón de manos entre el presidente Maduro y los dirigentes opositores es un acontecimiento de paz que debe ser fortalecido y continuado. Queda de parte de la sociedad civil legitimar y apoyar este encuentro en nuestros círculos más cercanos. Queda de parte de los medios de comunicación fortalecer este espacio de encuentro ante la opinión pública, destacar los acuerdos y valorar los compromisos constructivos que puedan derivarse en lo subsecuente. Queda de parte de los actores políticos involucrados estar a la altura del momento histórico del país, que reclama reencuentro, respeto a la Constitución y a las instituciones y trabajo en equipo. La paz en Venezuela no depende de la presencia de un actor político capaz de garantizarla, sino de la capacidad de todos los actores de la sociedad para potenciarla en todos los ámbitos, desde los comunitarios hasta el nivel nacional.
* Doctor en Estudios de Paz, Conflictos y Desarrollo por la Universitat Jaume I. Investigador externo del Instituto de Desarrollo Social y Paz de España. Profesor del Departamento de Ciencias Sociales la Universidad Simón Bolívar – Venezuela.
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