Francisco Alfaro Pareja
@franciscojoseap
La semana pasada visité una escuela en San Agustín del Sur, Caracas. Pude
conversar con una persona que nació, vive y trabaja en la comunidad sobre los
principales problemas que enfrentan, tanto en la escuela como en su sector, así
como la forma en que buscan superarlos. Escuché historias alentadoras,
sorprendentes, alegres y tristes. Entendí que sus problemas no son los mismos
de los que vivimos abajo en la ciudad. Entendí también que si bien algunos
problemas se han incrementado en su sector, ella ha mejorado su calidad de vida
en otras áreas. Una mejora que para los que vivimos en la ciudad es
cuestionable, pero para ella lo es todo.
Sin ánimo de generalizar su situación ni tampoco generalizar mi
percepción sobre la situación de los sectores populares, pude entender que uno
de los principales conflictos que enfrenta Venezuela es la incomprensión del
otro, del que opina distinto. La empatía es la capacidad de “ponernos
voluntariamente en los zapatos del otro” para entender su realidad y
vivenciarla.
Vivo con preocupación la poca disposición de muchos venezolanos a ser
empáticos para entender por qué un sector de la población se declara
abiertamente chavista y otro abiertamente opositor ó incluso NiNi.
Mayoritariamente se explican las posturas del otro alegando ignorancia, mala
fe, ideologización o favores económicos recibidos.
Pero qué tal si nos preguntamos ¿por qué el otro no ve la situación del
país igual que yo la veo?, ¿por qué no le preguntamos directamente?, ¿por qué
no pasar por encima de la manipulación política? Quizá así podríamos entender
sus razones y sus problemas y, a su vez, el otro podría entendernos. Dialogando
se entiende la gente. Empatizando es posible encontrarnos como hermanos.