Por: Francisco Alfaro Pareja
@franciscojoseap
Las últimas dos semanas están mostrando una
reconfiguración de fuerzas política en el país, tanto a lo interno del partido
de gobierno como en la oposición. El gobierno parece estar decantándose por una
postura de pragmatismo económico y aislamiento de sus copartidarios más radicales.
Sin embargo, esto ha venido de la mano de una serie de decisiones referidas al
fortalecimiento del papel de la Fuerza Armada Nacional en los temas políticos, que
podemos notar en el inédito fallo del TSJ que permite la participación del
componente militar en actos proselitistas (inconstitucional), la aprobación en
gaceta del nuevo registro militar, la creación de la Brigada Especial contra
las actuaciones de los grupos generadores de violencia y la
solicitud de la fuerza naval para hacerse cargo de la reclamación territorial
en el Esequibo. Es decir, un reposicionamiento del gobierno hacia una postura
con mayor peso de los militares en el gobierno (¿Llave Maduro – Cabello?).
Por su parte, el sector de la “izquierda trasnochada”
(llamada así por Maduro), acusa al gobierno de exclusión, ausencia de dialogo e
hipersensibilidad a la crítica. Algo a lo que los sectores opositores están
acostumbrados desde hace más de 15 años. Por eso sorprende el meritorio caso de Vanessa Davies al solidarizarse públicamente con
Luis Chataing. Todo este debate, se da a la par de la reconfiguración de las
fuerzas opositoras que viene desde principios de año y que probablemente generará
una redefinición de la Mesa de la Unidad Democrática.
El gran drama es el congelamiento del diálogo entre gobierno
y oposición. Pareciera que el liderazgo político se ha divorciado del sentir de
la sociedad y, cuando esto pasa, otros grupos y/o actores pueden tomar la
iniciativa, más aún cuando la crisis económica ahoga. Ojalá que sea pacífica,
democrática y constitucionalmente.
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