sábado, 2 de agosto de 2014

Unión cívico-militar


Francisco Alfaro Pareja
@franciscojoseap

El Tribunal Supremo de Justicia emitió un fallo que establece que “la participación de los integrantes de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana en actos con fines políticos no constituye un menoscabo a su profesionalidad, sino un baluarte de participación democrática”. Esta decisión se enmarca dentro del paradigma de la Unión Cívico Militar que el gobierno nacional ha venido promoviendo.
Hay que decir que la separación del estamento civil frente al militar ha sido un logro de años de luchas, centrado en la diferenciación de su papel en la función del Estado. Este logro ha venido de la mano de la consolidación de la democracia y de la ampliación de los derechos y garantías frente al poder. Impulsar ahora un modelo que pretende armar a los civiles y que los militares participen activamente de la política, genera conflictos peligrosos para la institucionalidad del país. No sólo se confunde el ejercicio de la violencia (¿es un ejercicio monopólico del Estado?), sino que se difuminan los contrapesos políticos de aquellos ciudadanos que no tienen armas frente a los que sí y se pone en riesgo el compromiso de los militares con todo el Estado en su conjunto.
Por poner ejemplos ¿qué pasaría si un pelotón del ejército uniformado decide apoyar a un líder de la oposición en un acto político?, o si un grupo de civiles armados decide reprimir una protesta que adversa el proyecto político del gobierno de turno ¿es legal?, ¿qué debe hacer en este caso la FANB?

Finalmente, hay que reiterar que la Unión Cívico Militar no sólo es peligrosa sino que es inconstitucional, así como el fallo del TSJ, ya que violan los artículos 328 y 330 de nuestra Carta Magna.  Dentro de la Constitución todo, fuera de ella nada.

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