viernes, 2 de mayo de 2014

Campañas electorales, ventajismo y reforma

Por: Francisco Alfaro Pareja
@franciscojoseap
Uno de los temas de discusión en la mesa de diálogo que se desarrolla actualmente entre el gobierno y la oposición en Venezuela es la designación de los nuevos magistrados del TSJ y de los rectores del CNE, cuyos períodos han vencido, bajo los criterios de amplitud y pluralidad que reclama el país hace varios años. Sería importante, en estos momentos de polarización y crisis, que aquellos rectores cuyos períodos no han vencido pusieran sus cargos a la orden para renovar totalmente el CNE bajo criterios de profesionalismo y no militancia política que, dicho sea de paso, son los criterios formales establecidos en la Constitución y la Ley. Eso sería una señal importante de lo que necesita el país y de lo que la mesa puede ofrecer para canalizar el conflicto pacífica y efectivamente.
Sin embargo, hay otros temas sobre los cuales es necesario impulsar un debate y que deben ser revisados con urgencia. Es el caso de nuestro sistema electoral el cual, si bien nadie duda cuente con una plataforma tecnológica muy avanzada, tiene una serie deficiencias en cuanto a: una normativa legal que no se ha adaptado a las nuevas circunstancias, tales como la reelección continua y sin límites que se aprobó en Venezuela en el año 2009; instituciones poco imparciales para administrar las elecciones y dirimir las controversias;  inequidad en las condiciones en que se desarrollan las campañas electorales.
Sobre este último punto, fue presentado en días recientes en Caracas el libro “Campañas electorales, ventajismo y reelección presidencial en América Latina”, de editorial Alfa y el Centro Carter, del cual soy editor junto a Héctor Vanolli. El libro ofrece una visión comparativa de cinco países del continente, además de los casos de Estados Unidos y Puerto Rico, acerca de aquellas medidas legales y reformas institucionales que se han implementado para garantizar unas condiciones más equitativas y justas para todos los candidatos y contrarrestar el ventajismo, fundamentalmente, de los candidatos a reelección a puestos ejecutivos, los cuales suelen contar con ventajas naturales en la contienda electoral. Si a esto le sumamos la progresiva implementación de la reelección presidencial a partir de finales del siglo pasado, se generan nuevas ventajas en un continente profundamente presidencialista.
En este contexto, Venezuela es un caso complejo entre los países democráticos del hemisferio en cuanto a la poca capacidad del sistema electoral de garantizar condiciones equitativas a todos los candidatos en las campañas proselitistas. Aparte de ser un caso único (ahora junto a Nicaragua) donde el presidente de la República puede reelegirse de manera indefinida, las ventajas para el candidato en ejercicio aumentan porque: a) el país no cuenta con financiamiento público directo o indirecto a los candidatos o partidos políticos; b) no se ofrecen espacios gratuitos en los medios de comunicación para propaganda electoral; c) no hay obligación de hacer público el origen de las contribuciones de la campaña ni hay topes establecidos a los gastos hechos en la misma; d) no se establecen penalidades políticas por infringir las normas electorales referidas al financiamiento político; e) la propaganda electoral se interpreta de manera restringida y no de manera amplia; f) no se establecen prerrogativas para la limitación en la promoción e inauguración de obras públicas ni límites especiales a las cadenas presidenciales en período de campañas electorales.
(Héctor Vanolli y Francisco Alfaro Pareja, editores del libro, en su presentación)
Es por ello urgente promover un debate sobre una reforma electoral que busque atender estas deficiencias a fin de reimpulsar la confianza en el sistema político y sus instituciones y fortalecer los mecanismos en los que se apoya la legitimidad de origen de la democracia.

Politólogo / Doctor en Estudios de Paz y Conflictos 

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