El Tribunal Supremo de Justicia emitió un fallo que establece que “la participación de los integrantes de la
Fuerza Armada Nacional Bolivariana en actos con fines políticos no constituye
un menoscabo a su profesionalidad, sino un baluarte de participación
democrática”. Esta decisión se enmarca dentro del paradigma de la Unión Cívico
Militar que el gobierno nacional ha venido promoviendo.
Hay que decir que la
separación del estamento civil frente al militar ha sido un logro de años de
luchas, centrado en la diferenciación de su papel en la función del Estado.
Este logro ha venido de la mano de la consolidación de la democracia y de la
ampliación de los derechos y garantías frente al poder. Impulsar ahora un
modelo que pretende armar a los civiles y que los militares participen
activamente de la política, genera conflictos peligrosos para la
institucionalidad del país. No sólo se confunde el ejercicio de la violencia (¿es
un ejercicio monopólico del Estado?), sino que se difuminan los contrapesos políticos
de aquellos ciudadanos que no tienen armas frente a los que sí y se pone en
riesgo el compromiso de los militares con todo el Estado en su conjunto.
Por poner ejemplos ¿qué
pasaría si un pelotón del ejército uniformado decide apoyar a un líder de la
oposición en un acto político?, o si un grupo de civiles armados decide
reprimir una protesta que adversa el proyecto político del gobierno de turno ¿es
legal?, ¿qué debe hacer en este caso la FANB?
Finalmente, hay que
reiterar que la Unión Cívico Militar no sólo es peligrosa sino que es
inconstitucional, así como el fallo del TSJ, ya que violan los artículos 328 y
330 de nuestra Carta Magna. Dentro de la
Constitución todo, fuera de ella nada.
La semana pasada visité una escuela en San Agustín del Sur, Caracas. Pude
conversar con una persona que nació, vive y trabaja en la comunidad sobre los
principales problemas que enfrentan, tanto en la escuela como en su sector, así
como la forma en que buscan superarlos. Escuché historias alentadoras,
sorprendentes, alegres y tristes. Entendí que sus problemas no son los mismos
de los que vivimos abajo en la ciudad. Entendí también que si bien algunos
problemas se han incrementado en su sector, ella ha mejorado su calidad de vida
en otras áreas. Una mejora que para los que vivimos en la ciudad es
cuestionable, pero para ella lo es todo.
Sin ánimo de generalizar su situación ni tampoco generalizar mi
percepción sobre la situación de los sectores populares, pude entender que uno
de los principales conflictos que enfrenta Venezuela es la incomprensión del
otro, del que opina distinto. La empatía es la capacidad de “ponernos
voluntariamente en los zapatos del otro” para entender su realidad y
vivenciarla.
Vivo con preocupación la poca disposición de muchos venezolanos a ser
empáticos para entender por qué un sector de la población se declara
abiertamente chavista y otro abiertamente opositor ó incluso NiNi.
Mayoritariamente se explican las posturas del otro alegando ignorancia, mala
fe, ideologización o favores económicos recibidos.
Pero qué tal si nos preguntamos ¿por qué el otro no ve la situación del
país igual que yo la veo?, ¿por qué no le preguntamos directamente?, ¿por qué
no pasar por encima de la manipulación política? Quizá así podríamos entender
sus razones y sus problemas y, a su vez, el otro podría entendernos. Dialogando
se entiende la gente. Empatizando es posible encontrarnos como hermanos.
En medio de tanta
incertidumbre, inestabilidad política, división en el gobierno y la oposición,
crisis económica, frustración en la sociedad, fragmentación en la
administración de la violencia por parte del Estado y visiones contrapuestas
sobre el presente y el futuro del país, cualquier escenario es posible en
Venezuela en el corto plazo. A esto se suma la escasez de un liderazgo fuerte
con capacidad de reconciliar a los venezolanos.
Si bien estos quince
años generaron un empoderamiento de los sectores más empobrecidos de la
población, la polarización política
empleada estratégicamente con fines electorales provocó una ruptura en el
tejido social y cultural nunca antes vista en nuestro país, al menos desde el
siglo XIX. Las consecuencias de este proceso no se han sopesado
suficientemente, pero sin lugar a dudas ponen en riesgo nuestro futuro
inmediato.
Nelson Mandela tuvo
altura de miras para enrumbar a Suráfrica por el camino de la paz. Sin embargo,
no logró esto mediante la revancha y la venganza, sino a través del
reconocimiento simbólico, la reconciliación de los grupos étnicos, el respeto
cultural, la inclusión social, la aplicación progresiva de justica y dando un
ejemplo personal de perdón.
En Venezuela tenemos
una dirigencia política empeñada en dividir, identificar enemigos internos,
exacerbar las diferencias y buscar culpables.
Cuando Chávez llegó al poder desmontó los símbolos y la memoria del país
que heredaba y desarrolló una nueva identidad política y cultural basada en la
inclusión social pero apoyada en la exclusión de los sectores políticos que lo
adversaban. Es crucial que el presidente Maduro o el que lo suceda corrija esta
práctica y promueva la reconciliación nacional antes de que sea demasiado
tarde. Eso requiere de un liderazgo fuerte, decidido, democrático, amplio y
plural, capaz de entender su momento histórico.
Las últimas dos semanas están mostrando una
reconfiguración de fuerzas política en el país, tanto a lo interno del partido
de gobierno como en la oposición. El gobierno parece estar decantándose por una
postura de pragmatismo económico y aislamiento de sus copartidarios más radicales.
Sin embargo, esto ha venido de la mano de una serie de decisiones referidas al
fortalecimiento del papel de la Fuerza Armada Nacional en los temas políticos, que
podemos notar en el inédito fallo del TSJ que permite la participación del
componente militar en actos proselitistas (inconstitucional), la aprobación en
gaceta del nuevo registro militar, la creación de la Brigada Especial contra
las actuaciones de los grupos generadores de violencia y la
solicitud de la fuerza naval para hacerse cargo de la reclamación territorial
en el Esequibo. Es decir, un reposicionamiento del gobierno hacia una postura
con mayor peso de los militares en el gobierno (¿Llave Maduro – Cabello?).
Por su parte, el sector de la “izquierda trasnochada”
(llamada así por Maduro), acusa al gobierno de exclusión, ausencia de dialogo e
hipersensibilidad a la crítica. Algo a lo que los sectores opositores están
acostumbrados desde hace más de 15 años. Por eso sorprende el meritorio caso deVanessa Davies al solidarizarse públicamente con
Luis Chataing. Todo este debate, se da a la par de la reconfiguración de las
fuerzas opositoras que viene desde principios de año y que probablemente generará
una redefinición de la Mesa de la Unidad Democrática.
El gran drama es el congelamiento del diálogo entre gobierno
y oposición. Pareciera que el liderazgo político se ha divorciado del sentir de
la sociedad y, cuando esto pasa, otros grupos y/o actores pueden tomar la
iniciativa, más aún cuando la crisis económica ahoga. Ojalá que sea pacífica,
democrática y constitucionalmente.
Mucho se ha discutido sobre la justificación o no de
los enormes gastos que implica la organización de una copa mundial de fútbol y
sus beneficios para la sociedad. En el caso de Brasil, las protestas en contra
del Mundial vienen desarrollándose desde hace meses con el alegato de que los
recursos allí invertidos pudiesen utilizarse para atacar problemas sociales
como la pobreza, el hambre, la carencia en los servicios públicos o la falta de
viviendas dignas.
Sin descalificar las críticas específicas, estoy
convencido que este es un falso dilema.
La organización de eventos deportivos de alta
competición genera desarrollo urbanístico por concepto de inversión en
infraestructura y considerables ingresos producto del turismo. Es, sin lugar a
dudas, una ventana que proyecta la imagen del país ante el mundo. Lo mismo se
decía en Venezuela cuando se organizaban eventos de gran proyección cultural
como el Festival Internacional de Teatro de Caracas. Además, dichos encuentros
representan en sí mismos espacios y momentos de paz entre los seres humanos, en
donde se promueven valores como el respeto, la solidaridad, la diversidad, la
interculturalidad, la competitividad sana y la celebración de la vida.
La pobreza no desaparece de un país porque se deje de
organizar un Mundial o una Olimpiada. América Latina es un continente de
enormes recursos económicos, con ventajas comparativas importantes y con una
tasa demográfica relativamente baja. La pobreza, el hambre y la miseria se
erradicarán en nuestros países cuando se cumplan las leyes, se sancione efectivamente
la corrupción, se promuevan políticas públicas destinadas al fortalecimiento de
la eficiencia del estado y el sector agroindustrial privado, se incentive la
competitividad y el valor al trabajo, aumente la calidad de la educación y se
invierta decididamente en la cultura. Ese es el verdadero conflicto.
El diálogo entre el Gobierno y la oposición cumple un mes “congelado”. Desde el pasado 13 de mayo cuando el secretario Ejecutivo de la MUD, Ramón Guillermo Aveledo, anunció la suspensión de los encuentros, ambos sectores no se han vuelto a ver las caras aún cuando la Unasur los ha instado a fijar una nueva fecha para retomar las negociaciones.
El inicio de las mesas que fue hace dos meses, en Miraflores, y en el que surgieron una serie de propuestas y la promesa de instalar comisiones de trabajo fue el mayor resultado que se alcanzó porque, según los expertos, significó sentar a dirigentes del chavismo y de la Unidad en una discusión por unas cinco horas aproximadamente. El debate creó altas expectativas y diversas encuestadoras destacaron que los venezolanos apostaban por una salida pacífica al conflicto político a través del diálogo que el Gobierno convocó para parar la violencia tras el 12-F.
Para el periodista y ex vicepresidente de la República, José Vicente Rangel, la propuesta de diálogo debe ser “eterna y su efectividad va a depender de los personajes que intervengan”.
“El Estado llamó a dialogarporque había una necesidad en la calle, la violencia, pero fue muy difícil avanzar porque un sector (la oposición) quiso imponer una agenda y trancó el juego, sin pensar que el Gobierno podía responder de la misma manera”.
“El mayor logro fue sentarlos a todos. Sin embargo fue un mal síntoma el hecho quela MUD no haya condenado la violencia desde el principio. Yo creo que el diálogo no puede fracasar y debe continuarse y la oposición debe analizar el comportamiento extraño de algunos de sus dirigentes”, señaló Rangel.
La mayoría considera que no debe abandonarse el proceso. Algunos dirigentes han asomado a este rotativo que contactos buscan reanimar el diálogo para que ambos partidos reactiven la agenda, eso se está evaluando. Y aunque no hay convocatoria, los cancilleres de Brasil, Colombia y Ecuador y el Nuncio de su santidad siguen haciendo esfuerzos para que haya condiciones.
El consultor en temas de Paz y Conflictos, Dr. Francisco Alfaro Pareja, explica la necesidad de una “redefinición del proceso” procurando acuerdos que implique ceder desde lo ideológico hasta lo pragmático.
Sostiene Alfaro Pareja que “quizás no se ha llegado al punto de maduración”. “El sector opositor ha sufrido los embates de un sistema bastante excluyente y la MUD tiene la necesidad de participar, eso no está sucediendo”.
“Por otro lado está el Gobierno queriendo manejar los conflictos solo, pero es el diálogo la mejor opción. Muchos decían que el Gobierno lo que estaba era ganando tiempo, pero yo considero que más bien perdió un tiempo valioso porque es muy probable que para los próximos meses necesite tomar decisiones importantes que van a requerir del apoyo de más sectores”.
Alfaro Pareja agregó que “los dos sectores (MUD- Psuv) están debilitados”. Insistió en promover un diálogo reestructurado que incorpore la posibilidad de estudiar el rol de los terceros en la mesa.
Y propone: “Los testigos de buena fe, algunos miembros de la Unasur y otros del Vaticano podrían definirse como facilitadores para que ellos tengan más capacidad de acción. Además las reuniones deberían realizarse en sitios más neutrales para que cada lado se sienta en confianza. Y la agenda debe establecerse en base a resultados y para eso se necesita voluntad política”.
El profesor de Estudios Políticos de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Jesús Silva, coincide con Alfaro Pareja. “El diálogo está entrampado y los dirigentes deben replantear sus técnicas de negociación, pasar de la variable todo o nada, a concesiones recíprocas. Así que el Gobierno podría admitir una nueva revisión de las medidas humanitarias y la MUD asumir una posición contra las guarimbas”.
Y transcurrido este primer mes en el que no se conocieron acercamientos públicos entre el Gobierno y la MUD, Silva expresa que “no ha habido posiciones más creativas y constructivas para retomar el diálogo”. “Lo que si hay es un desgaste de una ciudadanía agotada por la complejidad del tema económico (...)“No me siento optimista, pero la vía es el diálogo y todos los actores deberían ser convocados ”, añadió.
De abril a mayo, los dos bloques alcanzaron a reunirse tres veces. La MUD afirma tener la “puerta abierta”, pero sigue solicitando libertad para Simonovis. Mientras que el presidente Nicolás Maduro se ha preguntado: “¿Yo voy a soltar Simonovis luego de que él dirigió la masacre del 11-A?”. “¿Dónde quedan los derechos de las víctimas?”.
(Entrevista publicada en el diario Panorama, del día viernes 13 de junio de 2014, por la reportera Thiany Rodríguez. Ver link http://m.panorama.com.ve/not.php?id=115624&width=1280 )
La percepción dista con frecuencia de la realidad.
Quien percibe lo hace la mayoría de las veces no con toda la información
disponible para hacerse un juicio exacto. Aparte, la percepción es influenciada
permanentemente por valores, opiniones y preferencias. Si hubiesen hecho una
encuesta de percepción entre los pasajeros del Titanic, después del choque
contra el iceberg, la mayoría hubiese pensado que el barco jamás se hundiría. A
pesar de que técnicamente estaban presentes todos los elementos, los pasajeros
no contaban al momento con dicha información. Lo curioso es que ya cuando todo
indicaba la debacle, algunos todavía creían que era imposible lo inevitable.
En Venezuela, nos encontramos en medio del choque
permanente de diversas encuestas de percepción acerca de cómo evalúan los
venezolanos la situación actual y la actuación del gobierno. Los resultados son
variados. Sin embargo, quienes son encuestados responden desde su percepción,
que puede ser favorable o no al gobierno nacional, influenciada muchas veces
por la opinión o las simpatías.
Pero más allá de las percepciones, son distintos los
especialistas que han advertido la gravedad de la situación que atraviesa el
país y su desenlace incierto, a través múltiples análisis técnicos. Podría
decirse que también dichos estudios, a pesar de su rigurosidad metodológica,
están influenciados por la subjetividad, y no lo dudo. No obstante, lo cierto
es que cada día son más los pronósticos, de diversas fuentes y del más amplio
espectro político e ideológico, que coinciden en este escenario.
Más allá de la percepción, la realidad del país
requiere con urgencia de un gran acuerdo nacional que abarque a todos en su
diversidad pero dentro de la Constitución. El iceberg al cual nos acercamos requerirá
del esfuerzo de todos para dar un golpe oportuno de timón.
En diversos espacios, tanto del gobierno como de la
oposición, veo con decepción opiniones de rechazo en torno a la posibilidad de
un acuerdo político nacional. Si bien existen diversas razones para desconfiar
del otro debido a más de 15 años de una política de polarización y satanización
de los compatriotas que piensan distinto, la realidad de los seres humanos es
plural y compleja y las soluciones implican acuerdos.
A pesar de los grandes esfuerzos hechos por algunos
actores políticos en pro de dividirnos y debilitarnos como país, la mayoría de
los ciudadanos exigen diálogo y acuerdo de parte de sus gobernantes. Esto es
una realidad recogida por diversos estudios y encuestadoras. Un reto sería que
ese gran sector integrador que se encuentra en medio de los extremos pueda
tener una expresión política en un mediano plazo.
La Constitución de 1999 es el espacio de encuentro,
de convivencia y de regulación de conflictos de los venezolanos. Así se aprobó
y reafirmó mediante dos referéndum. De modo que su omisión reiterada por parte
de los sectores extremos del país, debe llamar la atención de los ciudadanos
acerca de su capacidad integradora en los actuales momentos. Hoy en día es
necesario fortalecer nuestra convicción democrática. Una manera de hacerlo es
renovando los votos de nuestra unión como ciudadanos. Ceder implica adaptar o
incluso renunciar a principios ideológicos, pero esa es la base de la
democracia plural establecida en nuestra Constitución.
El gobierno nacional deberá seguir rectificando a
través de duras decisiones debido a un modelo que ha generado una gravísima
crisis y para aguantar los embates necesitará del apoyo de la oposición. Un
acuerdo plural e inclusivo basado en la Constitución y el respeto a la ley es
la única vía pacífica lograrlo. ¿Lo entenderán nuestros dirigentes?
(Eduardo Fernández, presidente del IFEDEC, dirigente político venezolano)
Por:
Francisco Alfaro Pareja
@franciscojoseap
En días recientes Vladimir Villegas entrevistó al Dr.
Eduardo Fernández, quien planteó la necesidad de “un nuevo gobierno ya”, sin la
renuncia del presidente Maduro. Una salida constitucional, democrática y
sensata. En síntesis, planteó la renovación total de su gabinete con la gente
más brillante y capaz del país sin importar su procedencia política, ante la
demostrada incapacidad del gabinete actual para enfrentar la peor crisis
económica, política y social de nuestra historia democrática. En mi opinión,
una opción viable que se suma a las de Heinz Dieterich y Lula meses atrás. Sin
embargo, en nuestros días pareciera que la sensatez es polémica, y cuando esto
sucede es un muy mal signo. También los presidentes Mujica y Correa han venido haciendo
observaciones pertinentes y urgentes acerca de la forma en que el gobierno venezolano
está manejando las cosas.
(Lula Da Silva, ex presidente del Brasil)
Sensato sería: promover la designación de un CNE y un
TSJ profesional e imparcial; impulsar decididamente una negociación sincera y
efectiva en la mesa de diálogo; plantear un cambio en el modelo económico y
financiero; reimpulsar la producción nacional y dar garantías al sector
privado; abandonar las banderas de la revolución, el socialismo y la unión
cívico militar y volver al cauce de la Constitución de 1999; descriminalizar la
protesta pacífica; amnistiar o indultar a los presos por causas políticas;
garantizar a los manifestantes los Derechos Humanos; impulsar una Comisión de
la Verdad imparcial; hacer sostenibles los programas sociales; promover una
sociedad que sostenga al Estado y no a la inversa; revelar la lista de los
culpables por corrupción y sancionarlos; promover una reforma electoral.
Sin embargo, estas propuestas son vistas por algunos sectores
políticos como “pactistas” o como “traición al pueblo”. Los hechos hablan por
sí solos. Por favor, un poco de sensatez y lealtad por el país.
La designación de un Poder Electoral profesional y
que exprese pluralidad e imparcialidad en Venezuela, es una necesidad innegable
para la paz. Sin embargo, no es suficiente. El país necesita con urgencia una
reforma electoral.
La reforma constitucional por referéndum que permitió
la reelección continua en nuestro país en el año 2009, no vino acompañada de
una reforma a la Ley de Procesos Electorales ni a su Reglamento. Esto trajo
como consecuencia una serie de conflictos entre enero y marzo de 2013 debido a
que la Constitución no prevé medidas precisas ante la novedad que representaba
la ausencia temporal o permanente de un presidente reelecto.
Por otra parte, la ley define de manera restringida
la propaganda electoral, lo cual genera ventajas a los candidatos en ejercicio
los cuales no están limitados a hacer publicidad de su gestión a través de
mensajes institucionales o en el uso de
las llamadas cadenas. Tampoco hay una regulación explícita de la propaganda en
el período de pre campaña.
Es necesario también especificar más y hacer cumplir
la normativa electoral vigente en cuanto a la limitación de la participación de
funcionarios públicos en la campaña, el uso de recursos del Estado para estos
fines, así como y facilitar el libre y equitativo acceso a los medios de
comunicación para la emisión de propaganda. Por otra parte, Venezuela es el
único país de la región que no permite el financiamiento público a los partidos
ni a los candidatos, lo cual ha generado profundas desigualdades.
(Jennifer McCoy, directora del Programa de las Américas, Centro Carter)
Finalmente, se generaría más confianza si se le da un
mayor peso a los comprobantes en papel que emite la máquina electoral al
momento de realizar el voto a la hora de una verificación posterior y si se
realiza una auditoría de las huellas con testigos de todos los partidos, así
como del Registro Electoral que permita su depuración oportuna.
Estas fueron algunas de las recomendaciones
presentadas por expertos de diversos sectores para promover una reforma
electoral en el marco del Seminario Internacional “Democracia y Procesos
Electorales”, realizado esta semana bajo los auspicios del Centro Carter, quien
además presentó su informe final de las elecciones presidenciales 2013 en
Venezuela. Aportes para un debate plural, constructivo y con miras a un futuro
más pacífico y democrático.
(Para descargar el informe final del Centro Carter sobre las elecciones presidenciales de Venezuela, http://www.cartercenter.org/resources/pdfs/news/peace_publications/election_reports/venezuela-final-rpt-2013-elections-spanish.pdf )
Esta semana el secretario general de la MUD, Remón
Guillermo Aveledo anunció el congelamiento de la mesa del diálogo entre
gobierno y oposición. Este anuncio tiene que ser tomado con la altura de miras
que requiere el país.
El país se encuentra, sin exagerar, en la peor crisis
política, institucional, económica y social de este siglo y la élite política
no está logrando canalizar efectivamente las demandas y necesidades de la
población. Si bien es cierto que se está avanzando lentamente en materia
económica y en la conformación de las Comisiones para la elección de los
rectores del Consejo Nacional Electoral y los magistrados del Tribunal Supremo
de Justicia, la paralización de este espacio debe llamarnos urgentemente a la
reflexión.
Desde un inicio se conocían las profundas debilidades
de la Mesa: a) ausencia de condiciones mínimas; b) falta de voluntad política
para la negociación por parte del gobierno nacional; c) indefinición del rol del
tercero de buena fe (UNASUR y Vaticano); d) doble rol de una de los sectores
como “parte” y como “facilitador”; e) falta de consenso y neutralidad en el
lugar de reunión; f) división interna de las partes.
Diversas encuestas del país han señalado que más del
80% de la población quiere diálogo y cooperación entre sus autoridades. Sin
embargo, este sentimiento nacional no se expresa activamente en las calles. Es
decir, se observa una profunda ausencia de empoderamiento de la sociedad para
presionar activamente el diálogo y rechazar posturas polarizadoras, excluyentes
y violentas. Al cerrarse el espacio de la diplomacia queda - esperemos que sea
sólo temporalmente - el espacio de la violencia callejera de estos últimos 3
meses.
Adicionalmente, existe en ambos sectores una pérdida
progresiva de legitimidad en sus dirigentes y de unidad, producto de las pugnas
internas, los egos políticos y las contradicciones. Tanto en la oposición como
en el sector pro gubernamental existe creciente incertidumbre y un proceso de
radicalización in crescendo. En el
primero, muchos cuestionan el alejamiento del gobierno nacional de la
Constitución, del debido proceso y de los Derechos Humanos y, a su vez, la
presencia de la oposición en una mesa que ha dado escasos resultados. Por su
parte, los seguidores del gobierno nacional están confundidos por las acciones
económicas y financieras de un gobierno “socialista”, la impunidad por
corrupción y el diálogo con la oposición política, a quienes permanentemente
denomina como apátridas.
A todo el país le conviene que se abra una mesa de
negociación que permita acuerdos y cambios urgentes y evite que las
acciones extremistas lleven al país al abismo. Hay diversas salidas políticas,
democráticas y apegadas a la Constitución. Pero todo depende de la sensatez, la
pluralidad, la despolarización, el coraje y el entendimiento de que el país es
de todos.
Politólogo /
Doctor en Estudios de Paz y Conflictos
Uno de los temas de discusión en la mesa de diálogo
que se desarrolla actualmente entre el gobierno y la oposición en Venezuela es
la designación de los nuevos magistrados del TSJ y de los rectores del CNE,
cuyos períodos han vencido, bajo los criterios de amplitud y pluralidad que
reclama el país hace varios años. Sería importante, en estos momentos de
polarización y crisis, que aquellos rectores cuyos períodos no han vencido
pusieran sus cargos a la orden para renovar totalmente el CNE bajo criterios de
profesionalismo y no militancia política que, dicho sea de paso, son los
criterios formales establecidos en la Constitución y la Ley. Eso sería una
señal importante de lo que necesita el país y de lo que la mesa puede ofrecer
para canalizar el conflicto pacífica y efectivamente.
Sin embargo, hay otros temas sobre los cuales es necesario
impulsar un debate y que deben ser revisados con urgencia. Es el caso de
nuestro sistema electoral el cual, si bien nadie duda cuente con una plataforma
tecnológica muy avanzada, tiene una serie deficiencias en cuanto a: una
normativa legal que no se ha adaptado a las nuevas circunstancias, tales como
la reelección continua y sin límites que se aprobó en Venezuela en el año 2009;
instituciones poco imparciales para administrar las elecciones y dirimir las
controversias; inequidad en las
condiciones en que se desarrollan las campañas electorales.
Sobre este último punto, fue presentado en días
recientes en Caracas el libro “Campañas electorales, ventajismo y reelección
presidencial en América Latina”, de editorial Alfa y el Centro Carter, del cual
soy editor junto a Héctor Vanolli. El libro ofrece una visión comparativa de
cinco países del continente, además de los casos de Estados Unidos y Puerto
Rico, acerca de aquellas medidas legales y reformas institucionales que se han
implementado para garantizar unas condiciones más equitativas y justas para
todos los candidatos y contrarrestar el ventajismo, fundamentalmente, de los
candidatos a reelección a puestos ejecutivos, los cuales suelen contar con
ventajas naturales en la contienda electoral. Si a esto le sumamos la
progresiva implementación de la reelección presidencial a partir de finales del
siglo pasado, se generan nuevas ventajas en un continente profundamente
presidencialista.
En este contexto, Venezuela es un caso complejo entre
los países democráticos del hemisferio en cuanto a la poca capacidad del
sistema electoral de garantizar condiciones equitativas a todos los candidatos
en las campañas proselitistas. Aparte de ser un caso único (ahora junto a
Nicaragua) donde el presidente de la República puede reelegirse de manera
indefinida, las ventajas para el candidato en ejercicio aumentan porque: a) el
país no cuenta con financiamiento público directo o indirecto a los candidatos
o partidos políticos; b) no se ofrecen espacios gratuitos en los medios de
comunicación para propaganda electoral; c) no hay obligación de hacer público
el origen de las contribuciones de la campaña ni hay topes establecidos a los
gastos hechos en la misma; d) no se establecen penalidades políticas por infringir
las normas electorales referidas al financiamiento político; e) la propaganda
electoral se interpreta de manera restringida y no de manera amplia; f) no se
establecen prerrogativas para la limitación en la promoción e inauguración de
obras públicas ni límites especiales a las cadenas presidenciales en período de
campañas electorales.
(Héctor Vanolli y Francisco Alfaro Pareja, editores del libro, en su presentación)
Es por ello urgente promover un debate sobre una
reforma electoral que busque atender estas deficiencias a fin de reimpulsar la
confianza en el sistema político y sus instituciones y fortalecer los
mecanismos en los que se apoya la legitimidad de origen de la democracia.
Politólogo /
Doctor en Estudios de Paz y Conflictos
A pesar de que los representantes del gobierno y la
oposición venezolana no lo declaren formalmente, en la reunión del martes 15 de
abril la Mesa inició un proceso de negociación. El ser humano es un ser
conflictivo que regula la mayor parte del tiempo sus diferencias por vías
pacíficas. Estamos tan acostumbrados a esta dinámica que pasamos por alto que
la negociación y el pacto son parte de nuestra rutina diaria. Obviamente, en un
contexto de polarización política como el de Venezuela, gobierno y oposición
deben mantener ciertas formas que permitan a los copartidarios hacer ver que le
están ganando el juego al contrincante.
El gobierno se vio finalmente en la necesidad de
abrir este espacio (que en principio debía ser la Asamblea Nacional) por la
presión de calle que la oposición y el sector estudiantil viene desarrollando
desde febrero pasado. Para generar un escenario de negociación en el ámbito
político es fundamental la existencia de un equilibrio (aunque sea imperfecto)
de fuerzas entre las partes en conflicto. Estas acciones de calle, aunado a la
grave situación económica y financiera que enfrenta el país, son las que han
permitido a la oposición crear un poco de músculo para hacer frente al poder
del gobierno central que dispone de los órganos de seguridad, la FAN, la renta
petrolera, la mayoría de los medios de comunicación, la influencia en los
poderes nacionales restantes y una importante organización de base.
Para la oposición, representar al 49,9% de Venezuela
no era suficiente para forzar una mesa de negociación. Ahora lo ha logrado. Sin
embargo, tal como afirma el internacionalista Demetrio Boersner, es su artículo
titulado “Ambos son necesarios”, publicado en el diario El Nacional en días
recientes, la oposición se enfrenta a un falso dilema que debe sortear.
Pareciera que el hecho de que la mayor parte de la MUD esté dialogando con el
gobierno está desestimulando las acciones de calle, con lo cual el músculo se
estaría debilitando. Por su parte el gobierno, en una posición de mayor
comodidad aunque inestable, también ha sido cuestionado por sus sectores más
radicales ante la creación este espacio de dialogo. Por ello vemos aún el
levantamiento de su voz con declaraciones dirigidas a satisfacer a los más
puristas del sector pro gubernamental.
Ambos sectores en la Mesa han condenado la violencia,
han ido generando pequeños consensos, se han comprometido en discutir algunos
de los puntos más polémicos y con el respeto a la Constitución. Sin embargo, el
apego a la Carta Magna parece haberse dejado en términos generales o, al menos,
se ha aplazado para otro momento, ya que entrar en su examen detallado podría
generar desencuentros insalvables entre las partes. Insistir en promover la
Revolución, el Socialismo del siglo XXI, el Estado Comunal y la Unión Cívico
Militar es inconstitucional. Si esta sigue siendo la consigna del
gobierno, ¿cómo condenar a los que respaldan “La Salida” del “Maduro vete ya”
amparados en el artículo 350 de la Constitución? Este tema tendrá que abordarse
en algún momento y no nos debería de extrañar la posibilidad de canalizar esta
diferencia mediante un nuevo proceso refrendario a mediano plazo.
La Mesa sigue siendo una instancia débil, con muchos
aspectos por definir y con enemigos tanto internos como externos. A su vez, el
gobierno nacional parece no haber concientizado aún la gravedad de la situación
y de su rol crucial. Sin embargo, depende de la población empoderar activamente
a la Mesa como espacio del reencuentro necesario entre los venezolanos.
Politólogo / Doctor
en Estudios de Paz y Conflictos
La primera reunión entre el
gobierno nacional y un sector mayoritario de la oposición política del país, realizada entre el 10 y 11 de abril de 2014, con la participación como tercero de buena fe UNASUR y el Nuncio Apostólico como
representante del Vaticano en Venezuela fue planteada, más que como una mesa de
trabajo sobre temas comunes, como un conjunto de micro discursos donde cada
vocero expuso las inquietudes de las partes, y en ocasiones, contra argumentó. Destaca
el evento como hecho comunicacional debido al mensaje de reconocimiento a pesar
de las diferencias mutuas y la posibilidad de que las inquietudes de los
diversos sectores políticos hayan llegado a todo el país en cadena nacional y a
través de la cobertura de medios internacionales. Por otra parte, resaltan los
siguientes puntos sobre elementos claves en mesas de diálogo y negociación en
esta primera reunión:
1.No quedó claro el alcance de la mesa:
¿es una mesa de diálogo o de negociación? El diálogo entre los sectores
políticos es una necesidad desde hace 15 años. Esto que hoy es excepcional,
debería ser algo rutinario de la dinámica democrática. Ahora la pregunta ¿es
suficiente un diálogo para atender la escalada del conflicto? Sin lugar a dudas
es necesario que los actores se reconozcan pero no parece suficiente. ¿Es una
mesa de negociación y acuerdos? Por las declaraciones de voceros de ambas
partes, dicha mesa no es para negociar. Pero ¿será esta una declaración para
quedar bien ante los seguidores en esta reunión pública o será la intención
real de los voceros de la mesa? Por otra parte, ¿se planteará en algún momento
una reunión en privado o las subsiguientes reuniones serán públicas también? Si
bien transmitir una reunión en cadena nacional fomenta la transparencia ante
los seguidores y disminuye perspicacias, dificulta la posibilidad de hablar
sobre temas más complejos y llegar a diferentes acuerdos que necesita el país
con urgencia, incluso a través de la negociación.
(Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro)
2.La Constitución es el marco de
entendimiento: El hecho que se declare de manera pública el consenso en
cuanto a la carta magna como pacto social es un elemento fundamental, porque
ambas partes se comprometen ante el país a apegarse a sus valores, principios y
articulado. Esto debe generar cambio y rectificación en decisiones, programas,
proyectos y acciones en ambas partes, pero fundamentalmente en el gobierno
nacional. Sin embargo, cuando algunos de los voceros de las partes fueron al
detalle de cómo interpretaba y aplicaba la Constitución hubo serios
desacuerdos. Esta es la médula del conflicto: dos modelos confrontados, uno de
los cuales se aleja progresivamente de la Constitución. He aquí un reto: que la
Constitución vuelva a ser el marco de actuación real de la dirigencia política
en su conjunto, indiferentemente del bando. No es un tema accesorio, pero son
más los temas que nos unen a los venezolanos que las diferencias que nos quieren
imponer algunos.
3.Ausencia de una agenda compartida: Si
bien el día martes 8 de abril, tanto el gobierno y la oposición presentaron una
serie de puntos para el diálogo, la dinámica de la reunión no se apegó a una
agenda común. Ambas partes a través de sus voceros desarrollaron brevemente
cada tema (Oposición: proyecto de Ley de Amnistía; poderes independientes y
plurales; Comisión de la Verdad imparcial;
desarme de grupos armados con observación internacional y el Gobierno: acciones
sobre temas comunes y trabajo conjunto en materia económica), pero la discusión
no se apegó a un orden de puntos de discusión y al final se decantó por
reflexiones importantes pero sin un orden específico. La propuesta del
presidente Maduro de crear un Mecanismo de Enlace entre gobierno y oposición
para darle continuidad a la iniciativa de diálogo ha demostrado no ser muy
efectiva en otras instancias, tales como sucedió con los alcaldes y
gobernadores opositores debido a su improvisada estructura y funcionamiento.
4.El tercero de buena no tiene un rol
definido: El rol de los cancilleres de UNASUR y del Vaticano, en la persona
del Nuncio, no fue acordado y definido claramente por ambas partes. Este factor, que es crucial para velar por
las condiciones de la mesa, la metodología, el tiempo de intervención, la
organización de puntos de la agenda, el cumplimiento y seguimiento de
compromisos, debilita la posibilidad que los logros de la mesa pasen del mero
hecho del reconocimiento y la interacción por vías dialógicas (que no deja de
ser importante, pero no suficiente). Por otra parte, la ambigüedad de este rol
puede afectar la imagen y crea dudas sobre la responsabilidad de UNASUR y el
Vaticano en su capacidad para generar aportes efectivos para que gobierno y
oposición lleguen a acuerdos que redunden en la solución del conflicto. UNASUR
y el Vaticano deberían solicitar la definición clara del alcance de su rol, sea
este el de facilitador, testigo, mediador, etc. Quizá por eso el Vaticano, por
un tema de prudencia e incertidumbre, aún no ha respondido a la invitación a
Pietro Parollin. Por otra parte, destaca el hecho que una de las partes del
conflicto (el gobierno) sea la que haya moderado la reunión y esta se haya
hecho en la sede del palacio presidencial, lo cual no asegura la igualdad de
condiciones entre las partes.
(Secretario General de la Mesa de la Unidad Democrática, Ramón Guillermo Aveledo)
5.Condena de la violencia y preocupación por
la situación de los estudiantes: tanto los voceros del gobierno como los de
la oposición reafirmaron su compromiso de rechazar los actos de violencia y
ocuparse de la situación de los estudiantes que ha sido el sector que más lo ha
sufrido los embates del conflicto. La oposición planteó la necesidad de
convocarlos a una reunión porque ellos han sido parte fundamental de las
protestas, la cual fue aceptada por el gobierno nacional (en principio para el
día martes 15 de abril). No obstante, hubo diferencias en identificar el origen
y los responsables de la violencia.
6.Empatía en el riesgo de participar en la
mesa: Fue interesante observar la manifestación de empatía mutua por el
riesgo que implica participar de dicha mesa por la reacción que a lo interno
podrían tener los sectores más radicales de cada parte. Lo más destacable es
que dicha manifestación de empatía vino de dos voceros tan disímiles como Henry
Ramos Allup y Blanca Eekhout.
7.Los voceros y el saboteo a la iniciativa de
diálogo: Este tipo de iniciativas, más aún cuando el conflicto no está
maduro (donde no se ha generado una verdadera necesidad de diálogo y un
reconocimiento de la importancia de ceder) suele ser afectado por los sectores
extremos de ambas partes que no creen que la salida al conflicto pasa en
principio por vías dialógicas y pacíficas. No obstante, en esta primera
reunión, ambos sectores lograron sortear este obstáculo. Sin embargo, es
necesario decir que si no se define claramente el alcance de esta mesa, será
cada vez más difícil superar este factor. Por otra parte, los voceros de esta
mesa, que son representativos del grupo más importante del gobierno y la
oposición, tendrán que velar por la progresiva incorporación de los sectores
que no se sienten reflejados en esta iniciativa, por razones de diversa índole.
Es importante que las partes y
los terceros definan y aborden estos elementos lo más pronto posible para que
la mesa de diálogo no genere expectativas falsas y no sea un tiempo derrochado
que el país no puede darse el lujo de perder.
Por otra parte la mesa transcurre
en el marco de la conmemoración de los sucesos de abril de 2002. El ministro
Ernesto Villegas celebró el día de hoy que este 11 de abril el acercamiento con
la oposición se esté dando en condiciones de reconocimiento. Henry Ramos Allup
de Acción Democrática reconoció ayer en la reunión que en dicha fecha existió un
vacío de poder y luego un golpe de Estado (¿un ejercicio de empatía? Probablemente).
No obstante, la conmemoración de dichos eventos suele estar cargada de mucha
emocionalidad y discursos subidos de tono que, en este marco, podrían afectar
las próximas (o deseables) reuniones de la mesa de diálogo. Ojala que sea, por
el contrario, una oportunidad para la sensatez y la empatía.
En lo particular aplaudo la
iniciativa del encuentro y espero que, tal como se declaró en cadena nacional,
la Constitución se restituya como pacto social que une a los venezolanos.
La inmensa mayoría del pueblo venezolano quiere paz,
diálogo y acuerdos. La más reciente medición de la encuestadora Datos, señaló
que el 87 % de la población considera que el Gobierno y la Oposición deben
llegar a acuerdos a través del diálogo. Si esto es así de una manera tan aplastante
¿por qué dicho sentimiento no se expresa de manera contundente en la opinión
pública? Sin lugar a dudas, la estrategia de la polarización empleada para la
captación de adeptos hacia una causa política y electoral es una de las principales
responsables.
Pero ¿qué es la polarización? Según la experta
venezolana en la materia y profesora del Instituto de Psicología de la Universidad
Central de Venezuela, Mireya Lozada, la polarización política es un fenómeno
que genera una visión excluyente del nosotros vs./ ellos y una sustitución del
diálogo por posiciones intolerantes, muy cargadas emocionalmente. Esto produce
problemas en la convivencia social y obstaculiza las posibilidades del
desarrollo de los países (Temas de Formación Sociopolítica, Centro Gumilla, Nº
49, 2009). Para avanzar en la
canalización pacífica del conflicto actual en Venezuela, es necesario despolarizar
la dinámica política.
Para ello es fundamental el empoderamiento pacifista
de la sociedad, es decir, generar un reconocimiento de las capacidades de los
venezolanos para la convivencia, la tolerancia y el respeto ya presentes en su
comportamiento desde hace muchos años. Justamente, uno de los más grandes
dramas que enfrenta nuestro país desde el año 2002 es que, a pesar que la
mayoría de la población es tolerante y convive sanamente en medio de una
pluralidad de tendencias políticas, los sectores extremistas monopolizan la
opinión pública y hacen creer que el país se encuentra en una división
insalvable de visiones de mundo.
Sólo a través del empoderamiento pacifista es posible
romper esa matriz de opinión y presionar de manera activa a nuestra dirigencia a
favor de la despolarización Venezuela y de la generación de un espacio de
diálogo efectivo entre los diversos sectores del país.
En Venezuela son más los espacios que nos unen que
los puntos que nos separan. La Constitución de la República es el gran espacio
macro de encuentro e inclusión. Una Constitución aprobada por referéndum en
1999 y reafirmada por referéndum consultivo en 2007; una Constitución inclusiva
que no da cabida a la exclusión política y social.
El país puede ser llevado al abismo de un conflicto
armado, pero también hacia el reencuentro de su sociedad. De los ciudadanos
depende hacia donde queremos que nos lleven ó hacia donde queremos encauzar el
país.
Venezuela vive hoy uno de los momentos más aciagos de
su historia republicana y democrática.
El 12 de febrero de 2014 marca un punto de inflexión en la dinámica de nuestro
tiempo. La polarización y la exclusión política de los últimos años han
generado un proceso de radicalización en las acciones de protesta de un sector
de la población que no se siente reflejado institucionalmente, a pesar de
representar electoralmente, al menos, el 50% del voto popular. A su vez, la
reacción del gobierno nacional ha sido de más violencia.
Muchas son las causas para que los venezolanos
hayamos llegado hasta aquí, pero sin lugar a dudas, la principal es el
progresivo abandono de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela
por parte del gobierno nacional, como espacio de consenso entre los
venezolanos.
Así como es posible asegurar que un importante sector
de la oposición conspiró activamente al menos hasta el año 2005 buscando
salidas no constitucionales, es posible señalar que un sector importante del
gobierno del presidente Chávez y ahora del presidente Maduro, viene conspirando
contra la Constitución desde el año 2007, fecha en la que la propuesta de reforma
constitucional fue rechazada por referéndum consultivo.
Contra la Carta Magna se conspira - por citar algunos
ejemplos - al involucrar a la Fuerza Armada Nacional en actos de proselitismo
político o con la reincorporación de políticos activos y electos popularmente por
un partido a su seno; al hablar de Comunas y Estado Comunal, en vez de
Municipios y Descentralización; al hablar de Revolución y Socialismo en vez de
hablar de Democracia y Estado democrático y social de Derecho y de Justicia; al
retrasar la fecha en el nombramiento de
los representantes de los poderes Judicial, Moral y Electoral; al instalar la
reelección continua para cargos de elección popular (contraviniendo el
principio de alternabilidad señalado en el artículo 6); al nombrar una directiva
y presidencias de las Comisiones de la AN de manera unilateral y unicolor (contraviniendo
el principio de pluralidad política contenido en el artículo 2); al usar listas
políticas que restringen la igualdad en el derecho al trabajo en instituciones
públicas; al presentar una sola versión de los hechos a través de los medios
públicos del Estado; al manipular la enseñanza de la historia en los planteles
de educación primaria y secundaria y en los medios de comunicación; al no
presentar ante la Asamblea Nacional la lista de responsables por la malversación
de las divisas extranjeras en 2013.
En ese sentido, si queremos que se avance en un
verdadero diálogo, si realmente hay voluntad política para que la Comisión
Nacional de Paz sea ese espacio para la regulación pacífica del conflicto, es
necesario retomar previamente el hilo Constitucional, respetar su articulado y creer
en sus principios y valores amparados en el artículo 2. Nada más ni nada
menos. De lo contrario se conspira
activamente contra la paz y la convivencia democrática de los venezolanos. Si
esta Constitución ya no representa el sentir de un sector político importante
del país, entonces debe proponer su reforma o su derogación a través de una
Asamblea Nacional Constituyente.
Creo prudente recordar y parafrasear las palabras del
Alcalde de Baruta, Gerardo Blyde, en la reunión realizada en Miraflores, el
pasado 18 de diciembre, cuando le dijo al propio presidente Maduro, en cadena
nacional, que después que la oposición había adversado el proyecto de Constitución
en 1999, este había calado como la carta magna para el encuentro de todos los
venezolanos, al ser la propia oposición quien la defendió en el año 2007. Recuerdo
que Maduro aplaudió esta intervención. En la afirmación de Blyde está la clave, porque re
identifica el espacio común que nos une a todos los venezolanos: la
Constitución.
El día de hoy, Francisco Alfaro Pareja, Director del Foro Convivencia Democrática, fue entrevistado por el periodista Pedro García Otero en el canal EUTV, del diario El Universal.
La conversación giró en torno al nuevo papel de UNASUR como "testigo" del diálogo entre el gobierno y la oposición a partir de la visita de una misión de Cancilleres de algunos países del órgano regional. Asimismo la discusión abordó los temas del papel de la Asamblea Nacional como espacio por excelencia para el diálogo y sus limitadas condiciones en la actualidad y las experiencias de negociación en el pasado reciente venezolano, fundamentalmente a partir de la experiencia de la Mesa de Negociación y Acuerdos facilitada por la OEA, el Centro Carter y el PNUD entre 2003 y 2004. Finalmente, la entrevista permitió discutir acerca de la oportunidad de abrir espacios de inclusión mediante un nombramiento plural de los representantes de los poderes Electoral, Judicial y Moral, a partir del anuncio del presidente de la república realizado esta semana. La entrevista se distribuye en dos segmentos. Aquí enviamos el primer link. Luego, debajo de la pantalla de la entrevista, aparece el link de la segunda parte al cual podrá acceder directamente. http://eutv.net/este-dia-promete/francisco_alfaro_2803s3